El conjunto habitacional SAB Tingbjerg, ubicado en un suburbio al noroeste de Copenhague ha sido tradicionalmente ya, escenario de disturbios juveniles entre la población, mayoritariamente inmigrante, que llena sus espacios habitacionales, sin embargo a partir de la instalación, principalmente en sótanos y lavanderías, de casi 500 cámaras los índices de vandalismo, que entre 2006 y 2007 supusieron cerca de €150’000, comenzaron a disminuir.
“Al principio calculamos que el sistema recuperaría su costo en 6 o 7 años, pero parece que ocurrirá mucho más rápido”, dice Johnny Priess, encargado de más de 1’130 apartamentos en el complejo y quien comenta que la instalación del medio millar de equipos de vigilancia no sólo ha ayudado a disminuir los actos vandálicos, sino que ha permitido mejorar la calidad de vida de los habitantes del populoso conjunto kobmendense al permitirles identificar, por ejemplo, a quienes dejan muebles y basura estorbando las entradas de los sótanos o a los ladrones de las bicicletas de los vecinos para llevarlos ante la corte.