El artículo que aquí presentamos explica que "una alta capacidad de videovigilancia puede no servir de mucho si no va acompañada de la necesaria labor de análisis de las imágenes. Sin esta labor, se corre el riesgo de que los actos sospechosos sean pasados por alto, o bien pueden surgir falsas alarmas".
El coste de conocer lo que está pasando es muy elevado. Paul Cohen, jefe del departamento de ciencias de la computación de la Universidad de Arizona, explica que "el problema ahora no es que no podamos poner más cámaras; el problema es que observar lo que muestran es muy caro y propenso a errores". Para ayudar a mitigar algunas de estas limitaciones, Cohen y sus colaboradores están trabajando para construir un sistema "intuitivo", no sólo para capturar video, sino también para detectar comportamientos humanos sospechosos.